Tuesday, April 28, 2009

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Barranquilla, Sábado 06 de Octubre 2007


‘Judas’ no pudo pasear por calles de Curramba

John Dunham, un bioquímico y evangelizador, nacido hace 32 años en un pequeño pueblo de Oregon, Estados Unidos, no pudo bajar del barco ‘Mateo I’, que lo trajo ayer desde Panamá. Tampoco pudo pasearse en su burro ‘Judas’ por las calles de los barrios pobres de Barranquilla, como era su propósito. ‘Judas’ no obtuvo permiso por no tener la licencia fitosanitaria.Foto Carlos CapellaEl bioquímico norteamericano John Dunham asegura que ‘Judas’ no es un burro cualquiera. Por eso lo quiere y lo mima hasta el extremo de besarlo cada vez que lo ve afligido.



El burro, procedente de México y Panamá, no tiene licencia fitosanitaria
‘Judas’ no pudo pasear por Barranquilla
No por traidor, sino por indocumentado, se quedó con la ganas de deambular por las calles y seguir rumbo a Ecuador y Perú. “No lo abandonaré por nada del mundo”, afirma su dueño, John Dunham.

Foto Carlos CapellaCuando ‘Judas’ se va a la popa para estirar los huesos, su dueño lo llama para aliviarle un poco sus congojas.

Por R. SARMIENTO COLEY

‘Judas’ no es un burro cualquier. Nació y creció en una hermosa y bien cuidada hacienda de Tampico, Mexico, y hace un año sus propietarios, viendo que el misionero norteamericano John Dunham deambulaba por esos pueblos de Dios con un pesado morral al hombro y la Biblia bajo el brazo en plan de recorrer varios países de Centroamérica y el Caribe y Suramérica, se lo regalaron con la condición de que lo llevara siempre consigo.Cuando se lo entregaron, ya estaba bautizado en homenaje a San Judas Tadeo, el patrono del pueblo, no por el personaje bíblico estigmatizado por la historia como el hombre que entregó a Jesús para que fuera crucificado.John, un sencillo y discreto bioquímico nacido hace 32 años en una pequeña población de Oregon, Estados Unidos, era maestro de escuela en su pueblo natal. Inconforme por vivir en un medio demasiado materialista, con la angustia eterna de conseguir los dólares para satisfacer la gula de la actual sociedad de consumo: el portátil, el carro último modelo, el ‘Chanel número 5’, el celular, el más reciente disco de Madonna o de Shakira para escuchar en el i Pod, comprendió que ese no era su mundo. Que le faltaba algo.Fue entonces cuando decidió marchar por los caminos de la espiritualidad. Abrazó la Biblia y se convenció de que su destino era recorrer el mundo latino pobre predicando la palabra de Dios.

SE EMBARCÓ EN PANAMA

Así emprendió su camino, con sus pocas pertenencias en un maletín en la espalda. Así llegó a las primeras poblaciones mejicanas, en donde le regalaron el burro. Emprendió la ruta por Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y llegó a Panamá. Pretendía seguir por tierra a Colombia, atravesando el Darién, para luego enrumbar a Ecuador, Perú, Chile y Argentina como punto final para retornar a su país.En Panamá lo alertaron. No podía seguir por tierra a Colombia, pues la ruta es muy peligrosa, peor aún, tratándose de un predicador de origen norteamericano. Le aconsejaron que tomara un barco para que, desde Barranquilla, siguiera por tierra hacia el sur, para salir a Ecuador por el puente de Rumichaca, en Nariño.Y en efecto, se embarcó en el Canal en el carguero ‘Mateo I’, de propiedad del armador barranquillero Juan Pastrana, un cristiano que se dedica al transporte de carga, entre Colombia, Panamá y Venezuela.Su muelle de atraque es ‘Michellmar’, de propiedad de la familia García Riascos, en el sector de Siape, en cercanías de ‘Las Flores’.Allí llegó John Dunham el jueves con su inocente ‘Judas’, con la intención de desembarcar, recorrer algunos barrios pobres de la ciudad y seguir su rumbo.Fue entonces cuando ‘torció la puerca el rabo’.“Como lo ordenan las normas, reportamos a las autoridades sanitarias (a la seccional del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA), de la presencia del burro en el barco, y de inmediato enviaron a sus representantes a revisar la documentación”, según el gerente de dicho muelle, Michell García Riascos.Revisados los papeles de ‘Judas’, la conclusión del ICA es que, según la Ley y los convenios internacionales, se trataba de un asno ‘indocumentado’. Por lo tanto, no podía desembarcar en Barranquilla, hasta tanto no le enviaran desde Panamá, su puerto de embarque, una licencia fitosanitaria.Ahí empezó el vía crucis de ‘Judas’. Enteradas las autoridades panameñas de dichas dificultades del burro, llamaron a sus similares colombianas solicitando que le prestaran la mayor colaboración a John. El propio presidente de Panamá, Martín Torrijos Espino llamó a Bogotá para gestionar ayuda para ‘Judas’. Gestión que, hasta ahora, no ha dado resultado positivo alguno.‘Judas’, que por fortuna no tiene las angustias del apareamiento porque fue castrado antes de ser entregado a su actual dueño, se nota triste. No es para menos. Ya le hace falta estirar los huesos y recorrer las praderas y comer la hierba fresca arrancada de la tierra con sus propios dientes. Sólo puede caminar los cinco metros que lo separan de su sitio de reclusión —una esquina del ‘Mateo I’ en donde le han acondicionado una pequeña carpa, un hueco para el desagüe de sus orines, un depósito de agua y una pequeña pesebrera— hasta la popa. Allí permanece largo rato, mirando el horizonte sombrío, afligido por su confinamiento inaudito, entonces John lo llama para consolarlo, y ‘Judas’ va hasta donde está su dueño que lo besa y lo acaricia tiernamente.Está muy agradecido con las autoridades panameñas, con el dueño de ‘Mateo I’ y con los propietarios de ‘Michellmar’. Todos le dan voces de aliento. Es más, no le cobraron pasaje. Ni a él, ni a su jumento. Incluso, la gente del barrio le lleva maíz, panela y hierba para que ‘Judas’ no pase hambre. Ya lo conocen en Siape como ‘el gringo del burrito’. Con el mamagallismo propio del barranquillero le gritan desde la garita del muro de encerramiento del muelle privado: “no se preocupe, viejo John, que por aquí queremos mucho a los burros. Tanto a los de dos, como a los de cuatro patas”.“No lo abandonaré por nada del mundo. Lo salvaré de esta encrucijada y seguiremos juntos. Porque juntos hemos de cumplir la misión que nos ha encomendado el Señor”, sostiene John, quien aclara que no es cierto, como ya circula en el barrio, que hubiera planeado desembarcar en su burro y andar entre la muchedumbre, como lo hizo Jesús hace más de dos mil años, al llegar a Jerusalen.John entiende la posición de las autoridades sanitarias colombianas. Admite que es parte de la regla del juego mundial. Sabe que su país es uno de los que más exige que se cumplan esos convenios del comercio mundial y del tráfico de semovientes por los puertos internacionales. Pero lamenta que esas normas sean tan severas e inclementes, sobre todo con un pobre animal como ‘Judas’ que está a punto de morir de tristeza en su barco-cárcel.

LAS NORMAS

El gerente seccional del ICA, Libardo Mejía, recordó ayer que “Colombia, como país miembro, cumple con las medidas sanitarias y fitosanitarias de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Igualmente cumple con la decisión de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), dentro del marco andino de adopción de medidas sanitarias y fitosanitarias”.Agrega que, en materia de sanidad agropecuaria, el acuerdo de Cartagena establece la adopción de normas comunes que permitan mejorar los niveles sanitarios y fitosanitarios, faciliten el comercio y contribuyan a alcanzar el objetivo del mercado.En el caso de ‘Judas’, “se incumplió la Resolución ICA 001317 (‘Por La cual se dictan disposiciones para la importación y exportación de productos vegetales, animales, sus productos y subproductos’), específicamente lo que señalan los artículos primero, segundo, tercero y cuarto”.

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